Inundaciones repetidas y advertencias desoídas

En 2007 se elaboró una “carta de peligrosidad”, que graficó en un mapa los riesgos de inundación en las Sierras Chicas. Como sucedió con otros estudios, no fue tenida en cuenta por las autoridades. Las líneas de ribera no están delimitadas.

aaDesde el aire. La inundación en Unquillo, en el Gran Córdoba, tuvo efectos devastadores (Jairo Stepanoff/Lavoz)

Por Diego Marconetti

“Árboles arrancados de cuajo, puentes sin barandas, pasarelas desaparecidas, cercas arrasadas y paredes caídas en calles llenas de barro, piedras y ramas de diverso porte eran el denominador común del desolador paisaje que presentaba ayer la ciudad de 
Villa Allende, tras el temporal que el domingo anegó entre el 30 y el 40 por ciento de su planta urbana, y dejó a toda su población sin luz y sin agua”.

El párrafo anterior no es parte de la crónica sobre el temporal ocurrido en las Sierras Chicas el domingo 15 de este mes. Se trata del comienzo del informe sobre el anegamiento que padecieron las localidades ubicadas al noroeste de la Capital el 12 de marzo de 2000. Cayeron 135 milímetros en 45 minutos y hubo tres muertos.

Francisco Quintana Salvat es doctor en Geología, fundó y dirigió hasta su jubilación la cátedra de Fotogeología y Teledetección de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba y aún hoy es docente consulto. En su despacho, observa un video de las secuelas de ese temporal, principalmente en La Calera.

Quintana Salvat recuerda que la crecida del río Suquía terminó afectando a un vasto sector de la ciudad de Córdoba: Villa El Libertador, barrio Comercial, gran parte de Granja de Funes, Argüello y otros barrios del oeste.

En 2002, junto con Osvaldo Barbeito y Rubén Menso, elaboró, a pedido de la Municipalidad capitalina, la “Carta de peligrosidad de inundación, erosión y anegamiento para las acciones de prevención”.

Ese trabajo consta de un mapa que muestra las características geológicas de la Capital, que resalta los lugares fácilmente anegables, con lluvias de algo más de 30 milímetros caídos en 40 minutos. “Me equivoqué, hoy son unos 18 milímetros”, aclara Quintana Salvat, en referencia a los anegamientos que las lluvias produjeron, por ejemplo, en la mañana del miércoles último y que dejaron un centenar de evacuados.

La carta fue sistemáticamente ignorada por todas las administraciones municipales desde 2001 hasta la fecha.

También fue ignorada por los municipios del Gran Córdoba, ya que advertía sobre “la alteración del piedemonte oriental de las Sierras Chicas por la constante pérdida de cobertura vegetal autóctona: se hicieron comunes el desmonte, el sobrepastoreo y la siembra de cultivos con gran desgaste del suelo”.

El constante crecimiento urbano, más los factores descriptos anteriormente, “se tradujeron en un progresivo agravamiento de los procesos de erosión hídrica y en un notable incremento en los caudales de escorrentía desde las zonas rurales hacia el ejido de la ciudad”, afirma el estudio.

Carta propia

Durante 2006, Quintana Salvat fue el director de una tesis realizada por Diego Rey, quien elaboró otra carta de peligrosidad, esta vez de un sector del departamento Colón, que incluye a un corredor importante de las Sierras Chicas. Los resultados se reflejaron en un mapa que identificó territorialmente los sectores con peligros bajo, moderado y alto por inundación o anegamiento.

La investigación detalla que las áreas de peligro bajo son “inundables en crecidas muy severas, eventos extremos, extraordinarios y catastróficos” y que las de peligro moderado lo son en crecidas severas.

También se pueden ver los cauces fluviales principales y los secundarios temporarios, que tejen una especie de telaraña sobre los faldeos de las montañas y terminan en el cauce del arroyo Saldán o del río Salsipuedes.

Lo más llamativo es que la traza urbana fue creciendo sobre esos lugares en los últimos años. Y que vastos sectores de Villa Allende, Mendiolaza, 
Unquillo, Río Ceballos, 
Salsipuedes y El Pueblito están en zonas con peligros bajo, moderado o alto de inundación.

bb2007, Unquillo. El desborde de las aguas provocó enormes daños en el centro de Unquillo (Ramiro Pereyra/Archivo)

Los cálculos de la tesis de grado de Rey coinciden plenamente con las áreas más afectadas por los desbordes de arroyos del pasado domingo 15, también con los de marzo de 2000 y con los de otro episodio que ocurrió en febrero de 2007, casi en simultáneo con la finalización de la carta de riesgo.

Por ejemplo, las manzanas que quedaron bajo el agua en Villa Allende están en peligro moderado de inundación por el desborde de los arroyos Saldán y Seco. En el mismo peligro están los barrios El Cigarral y El Perchel y el centro de Mendiolaza, que quedaron totalmente inundados.

Como sectores localmente inestables, están identificados otros puntos que padecieron el poder de las aguas en la unión de los arroyos Saldán y Seco en Villa Allende, y donde se juntan el Saldán y el Unquillo. En este último lugar, la fuerza de la crecida arrastró viviendas y un importante tramo de la ruta intermunicipal.

Aquí hay que recordar que, según el gobernador José Manuel de la Sota, se trató de una “lluvia extraordinaria”, con lo cual el área bajo peligro es mucho mayor en las localidades de las Sierras Chicas, aunque esa afirmación es relativizada por especialistas.

Rey advierte de manera explícita que “los tramos ciudadanos (de Río Ceballos, Unquillo, Mendiolaza, Saldán, Villa Allende, La Calera y Salsipuedes) de los ríos y arroyos son sectores sujetos a amenaza”.

Peligros acrecentados

“Los peligros naturales se ven acrecentados por el inapropiado accionar antrópico, ya que durante años se han llevado a cabo prácticas que propician cambios en la estabilidad del entorno físico, y, sumado a esto, en muchos casos el hombre se ha instalado en sectores inestables”, advierte Rey en la “Carta de peligrosidad”.

“Las modificaciones en las condiciones naturales, sumadas a las características climáticas y geomorfológicas propias del medio, afectaron el equilibrio hídrico de la región, entre otras formas haciendo variar la relación escorrentía-infiltración, la cual se acrecentó, y ello ha derivado en el aumento tanto en la peligrosidad de varios sectores como en la proporción de áreas que muestran inestabilidad”, señala en otro párrafo.

cbc

2000, Villa Allende. La gran cantidad de lluvia caída en pocas horas también causó severos daños en la ciudad (LaVoz/Archivo)

 Advertencias desoídas

Como en cada crecida que afecta a las Sierras Chicas o a cualquier otro lugar de la provincia, en estos días saltan a la luz informes e investigaciones en los que se advertía lo que podía suceder con una precipitación alta. Y, con el paso del tiempo, también queda expuesta –en las consecuencias repetidas una y otra vez– cómo fueron prolijamente desoídos.

“La ‘Carta de peligrosidad’ estuvo disponible desde 2007, pero ningún intendente se tomó el trabajo de consultarla”, afirma Quintana Salvat, al tiempo que remarca que esa actitud termina produciendo importantes daños materiales e irreparables pérdidas humanas: tres muertos en 2000 y ocho muertos el 15 de febrero.

Después de la inundación de hace 15 años, el docente universitario Atilio Palacios advertía en las páginas de La Voz del Interior sobre “un problema central, que es el patrón de ocupación de la tierra, que se realizó tomando como base los años secos y sin planificación”.

El domingo pasado, este diario recordó que la publicación Lineamientos del Plan Estratégico Urbano Territorial de la Región Metropolitana de Córdoba (tomo 1), elaborado en 2011 por el Instituto de Planificación Metropolitana (Iplam) dependiente del Gobierno provincial, asegura que en el departamento Colón norte existe como “amenaza” el “riesgo de inundación severo por avance de la urbanización sobre zonas de llanura de inundación e impermeabilización de grandes superficies”.

Y, como “debilidad” de la zona, señala la “falta de una estrategia de desarrollo urbano que respete la geomorfología de la propia zona” y el “mal uso de recursos naturales, suelo y agua”.

Por otro lado, las excusas de funcionarios e intendentes luego de cada evento son calcadas: siempre se trata de fenómenos “extraordinarios” e “impredecibles” y hay promesas de obras para mitigar los riesgos.

En este caso, parece necesario repensar si precipitaciones con consecuencias parecidas que se repitieron tres veces en 15 años califican como “extraordinarias”.

Riberas inexistentes

Otro factor para tener en cuenta es la ausencia de líneas de ribera en las costas de los arroyos de las Sierras Chicas, lo que permite a los municipios autorizar construcciones pegadas o directamente sobre cauces de ríos y arroyos. Y esas construcciones son las que terminan arrasadas por las crecidas.

Quintana Salvat aseguró que ningún río de la provincia tiene delimitada la línea de ribera. Se trata de un retiro sobre el cauce de un río que no puede ser inferior al de las crecidas medias. En Córdoba, resoluciones transitorias han fijado un retiro de 15 metros desde el cauce, sobre los ríos principales, y de 12 metros para los más chicos y arroyos.

Fuentes de la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Provincia reconocieron de manera extraoficial la situación y la peligrosidad que ese vacío legal implica.

El intendente de Mendiolaza, Daniel Salibi, explicó: “Las líneas de ribera no están delimitadas en las Sierras Chicas porque la mayoría de los loteos son de los años 1942 y 1946. En esas épocas no estaban definidas y están aprobadas por Catastro. No se calculaban concurrencia ni fenómenos de nada”.

Fuente:  http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/inundaciones-repetidas-y-advertencias-desoidas
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